Coronando los 166 metros de altitud del monte Benacantil se encuentra el Castillo de Santa Bárbara. Fue concebido como una de las más grandes fortalezas medievales de España, desde la que se puede disfrutar de unas vistas 360º de la ciudad de Alicante. El Castillo de Santa Bárbara desde 1961 es considerado Bien de Interés Cultural.
Horarios
Si quieres visitar el Castillo de Santa Bárbara no olvides chequear nuestros horarios, para que no te pierdas nada, recordar que el tiempo de visita recomendado es de, al menos, 1 hora. Nuestros horarios son:
DEL 15 DE NOVIEMBRE AL 27 DE FEBRERO:
De lunes a domingo de 10.00 a 18.00 h.
DEL 28 DE FEBRERO AL 16 DE JUNIO:
De lunes a domingo de 10.00 a 20.00 h.
DEL 17 DE JUNIO AL 4 DE SEPTIEMBRE:
De lunes a domingo de 10.00 a 23.00h.
DEL 5 DE SEPTIEMBRE AL 14 DE NOVIEMBRE:
De lunes a domingo de 10:00 a 20.00 h.
LOS DÍAS DE ACTUACIONES:
consultar horarios de cierre del Castillo.
La fortaleza permanecerá cerrada los días 24 de junio, 24, 25 y 31 de diciembre y el 1 y 6 de enero.
NO SE PERMITIRÁ EL ACCESO A LA FORTALEZA 30 MIN ANTES DEL CIERRE.
Cómo subir
Si quieres venir al castillo y no sabes cómo acceder, te dejamos una serie de indicaciones de como hacerlo. En ascensor, en taxi, a pie, en microbús o en coche. Son las opciones de las que dispones para visitar esta joya alicantina. ¡Te esperamos!
ASCENSOR
En Avenida Juan Bautista Lafora (frente a la Playa del Postiguet).
Precio: PVP 2,70€
Reserva aquí sus tickets para el ascensor
Gratuito para pensionistas o mayores de 65 años, niños menores de 5 años y funcionarios en el desempeño de sus funciones y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en acto de servicio.
Último ascensor de subida: 40 minutos antes de la hora de cierre de los ascensores.
Último ascensor de bajada: 20 minutos antes de la hora de cierre de los ascensores.
TAXI
(Opción recomendada)
Los precios aproximados desde las paradas más cercanas son:
Perpetuo:
Diurno: 4€ – 5€
Nocturno y Festivos: 5.20€ -. 6.00€.
Mercado:
Diurno: 4.50€ – 5.50€
Nocturno y Festivos: 5.50€ – 6.50€
Plaza del Mar:
Diurno: 6€ – 7€
Nocturno y Festivos: 7€ – 8€
Hotel Meliá.
Diurno: 6.50€ – 7.50€
Nocturno y Festivos: 7.50€ – 8.50€
Terminal de Cruceros:
Diurno: 8.00€ – 9.00€
SE RECOMIENDA EL ACCESO PEATONAL POR ITINERARIOS URBANOS
ITINERARIO 1. Desde el Ayuntamiento, pasando por el casco antiguo.
Este itinerario se inicia con un recorrido por las calles del Centro histórico para, una vez hayas llegado al Parque de la Ereta, puedas disfrutar de una vista espectacular de la ciudad, del skyline de Alicante, de las poblaciones limítrofes y del Mar Mediterráneo.
ITINERARIO 2. Desde la Playa del Postiguet.
En este caso te proponemos el ascenso a la fortaleza disfrutando de las vistas de la Playa del Postiguet desde la calle Virgen del Socorro, para adentrarse en el recorrido que hay en la cara Oeste de la Montaña Benacantil, que permite ver la zona Norte de la ciudad y la montaña alicantina, unas vistas que no te dejarán indiferente.
MICROBUSES
Salida desde Puerta del Mar, pasarela del Postiguet, Plaza Gómez Ulla (Frente al Marq) y Castillo y viceversa
Precio: 1,45 €
Frecuencia: 40 min
COCHE
Por la calle Vázquez de Mella.
Se puede subir en coche para dejar a los visitantes en la entrada del castillo, pero el aparcamiento en el recinto del Castillo Santa Bárbara no está permitido.
Parkings más cercanos:
La leyenda de la Cara del Moro
El Castillo de Santa Bárbara esconde muchas historias, batallas e incluso amores entre sus paredes, pero solo una de ellas, admirada y aclamada por los alicantinos “La leyenda de la cara del moro”, que según cuentan, dio nombre a la ciudad de Alicante.
Hay quien dice, en «la millor terreta del món», que no debe Alicante su nombre a su antigua denominación islámica (Al-Laqant), sino a una hermosa princesa árabe cuyo padre era el caudillo de la medina musulmana. Este y su hija vivían en la imponente fortaleza del Benacantil (hoy, Castillo de Santa Bárbara), rodeados de abrumadoras riquezas e infinitos manjares traídos de recónditos lugares de todo el mundo.
Pero, según iba creciendo Cántara —la hija del califa— más pretendientes aparecían frente a su puerta. El caudillo observaba siempre a los jóvenes detenidamente, esperando que apareciera el adecuado para su hija: el más fuerte, apuesto y rico.
Pasaban los días, los meses, y no aparecía un candidato merecedor de la mano de la mujer, por lo que determinó organizar un gran banquete en su castillo, al que asistiría todo pretendiente bien posicionado. Tanto éxito tuvo el festejo que no encontró a uno, sino a dos: ambos habían derrochado galanterías hacia la princesa, desde el inicio de la gala.
El padre, indeciso pero satisfecho con las dos proposiciones, encargó una prueba diferente para cada uno, de modo que el primero que terminase su tarea con éxito obtendría la mano de la princesa. Uno de ellos, Alí, se encargaría de traer el agua de Tibi al castillo, construyendo una acequia tan larga y robusta como fuera necesario. El otro, Almanzor, viajaría hasta las Indias, por mar, y traería las mejores especias que allí encontrase, para deleite de la joven princesa.
Ambos comenzaron con decisión sus correspondientes encargos, pero Alí, que era quien debía canalizar el agua, comenzaba a distraerse agasajando a la princesa y viéndola a escondidas. No tardó en ser correspondido y, juntos, profundamente enamorados, comenzaron a planear su próspero futuro.
Pero tan absorto había estado Alí con su amada que desatendió su tarea y, cuando pensaba que ya nada le podría separar de la princesa, Almanzor llegó de las Indias cargado con lo que el caudillo le había encomendado y, por lo tanto, con su tarea completada.
El padre de Cántara, cumpliendo con su palabra e ignorando los ruegos de su hija, quien ya había hecho su elección, entregó la mano de esta al competente Almanzor, para disgusto de los amantes.
Alí, afligido y desposeído de su amada, no halló mejor remedio para su pena que quitarse la vida saltando desde lo alto de la sierra de Tibi, creando un inmenso socavón en el lugar de su caída. La princesa, con igual pena, si dirigió al cerro de San Julián y, ensimismada en su desdicha, saltó mortalmente al vacío.
Tal era la amargura que sentía el emir por haber causado la pérdida de su hija, que rogó a Alá el peor de los castigos. Así, quedó él mismo petrificado bajo su despojada fortaleza y, aún hoy, podemos ver su rostro allí mismo, mirando a poniente: la Cara del Moro de Alicante, bajo el Castillo de Santa Bárbara.
Conmovidos por tan trágica historia, decidieron los habitantes de Al-Laqant rebautizar la ciudad con el nombre de Alicántara, en memoria de la princesa árabe, y de tal nombre cuentan que procede la denominación actual de la ciudad